14/07/2014

Hasta siempre, Charlie Haden

Charlie Haden 1937-2014
(fuente: su website)

Charlie Haden fue el contrabajista improbable. Producto del Grand Ole Opry, templo de la música Country, se dio a conocer como la cara fresca, joven y blanca del free en 1959, como parte del cuarteto de Ornette Coleman cuando se presentó en el Five Spot de Nueva York a finales de aquel año. Las crónicas relatan cómo la flor y nata de la ciudad, desde Willem De Kooning hasta Leonard Bernstein, fueron a comprobar con sus propios oídos a qué venía tanto alboroto. El propio Haden ha relatado cómo tenía que tocar con los ojos cerrados ante colegas de instrumento tan imponentes como Charles Mingus, Paul Chambers, Wilbur Ware y Percy Heath, entre otros.


Charlie Haden con el cuarteto de Ornette Coleman en 1960

Desde entonces, durante su larga y fructífera carrera Haden ha demostrado ser extremadamente flexible: ha tocado y grabado con todo el mundo. Su forma de encarar la música parece enraizada en un sustrato universal que le ha permitido conectar con todo tipo de músicos. Que todo el mundo le apreciara nunca fue incompatible con su franqueza al manifestar sus opiniones políticas, como hizo con sus cuatro discos con la Liberation Music Orchestra, en el primero de los cuales es destacable la influencia del cancionero del bando republicano de la Guerra Civil española.

Haden fue un músico aun más improbable por sus problemas de oído: padecía acúfenos (tinnitus, un zumbido constante en los oídos), e hiperacusis (hipersensibilidad ante sonidos cotidianos), lo que le obligaba a tocar escudado tras unas pantallas de Plexyglas cuando le acompañaba un baterista, todo un incordio para escuchar al resto de músicos sobre el escenario. Además, de niño había padecido la polio, y precisamente por complicaciones del síndrome post-polio que le aquejó durante los últimos tiempos, tuvo que dejar de tocar en público y finalmente falleció el viernes pasado. Tenía 76 años.

Nunca tuve ocasión de conocer a Haden en persona, pero Zev Feldman, productor discográfico, jefe de Elemental Music y director general de Resonance Records, sí le conoció, cuando ambos estaban en PolyGram. Zev ha compartido sus recuerdos en su página de Facebook, y ha tenido la gentileza de dejarnos reproducirlos en este blog.

Descanse en paz, Sr. Haden.
  
Hasta siempre, Charlie Haden

Tristeza. Se me parte el corazón al pensar en Charlie Haden y su familia. Me impactó, por decirlo de alguna forma, este gigante, su música, pero también su calidez y amabilidad. Tuve la suerte de conocerle y verle tocar en directo en muchas ocasiones desde mediados de los noventa hasta el decenio de 2000, cuando trabajaba para su discográfica en el departamento de publicidad y ventas.

Mi recuerdo favorito de Charlie fue una ocasión muy especial en 1997, cuando me tocó pasar un día entero con él. Tenía entonces 24 años y vivía en Nueva York. David Neidhart, uno de los jefes de Verve, sabía que a mí me encantaba Charlie y me encargó que le acompañase a visitar mis principales clientes de jazz en Manhattan (Tower, HMV y J&R). La discográfica lo pagó todo, desde los coches que nos llevaron de tienda a tienda, hasta el almuerzo. Recuerdo que David me dijo "¡no te olvides de los recibos!" Visitamos las tiendas, en las que Charlie autografió fotos en 20x25 y se dejó fotografiar con clientes y personal. Parecía que por cada establecimiento que visitábamos, teníamos que pasar por un Starbucks inmediatamente después. A Charlie le encantaba el café. También le encantaba conocer gente. Cualquiera que colaborase con él sabía que le gustaba implicarse en el trabajo y le encantaba hablar con los colegas que apoyaban sus proyectos sobre el terreno, en las trincheras de las tiendas. Estaba agradecido por su apoyo y no era tímido a la hora de manifestar su agradecimiento.

A la hora de almorzar propuse: "¿qué te parece si vamos al Tribeca Grill?" Charlie contestó "¡claro!" Nunca olvidaré lo que ocurrió a continuación: en los baños del sótano había un póster enmarcado de la película Taxi Driver, (para quienes no lo sepan, Robert De Niro es, o era entonces, copropietario del restaurante). Cuando Charlie volvió a la mesa, me miró y me dijo, mirándome a los ojos: "Hey Zev, you talkin' to me?!!" Hizo una imitación increíble de Travis Bickell, el personaje de De Niro en la película, pero con su propia voz. Me alegró el día y no pude dejar de sonreír. Estaba en el séptimo cielo. Él lo estaba pasando bien, y yo también. La conversación transcurrió con fluidez. Le pregunté por su música y su vida, hablamos de todo. Hizo que me sintiera cómodo, como si fuéramos viejos amigos.

Después de pasarnos por unas tiendas más, Charlie me dice: "Oye, tío, vamos a ver a John Snyder. Está mezclando mi próximo disco". (El disco en cuestión era el dúo con Kenny Barron de 1998, Night & The City). Charlie entonces me preguntó si conocía a John. Educadamente le dije que no, pero que me encantaba el sello Artists House (que llevaba Snyder), y el disco que hicieron juntos As Long As There's Music (con Hampton Hawes). Nos dirigimos a Clinton Recording Studios en la 10ª Avenida. Recuerdo llegar allí en mitad de una sesión con la cantante Jeanie Bryson y el gran Eddie Gomez al contrabajo (Snyder era el productor). Yo también era un enorme fan de Gomez, y conservo el recuerdo vívido de conocerle en aquel momento. Entre tomas, Charlie me presentó a todo el mundo y nos quedamos a escucharles tocar un tema. Fue la primera vez que pisé un estudio de grabación. Me sentía como en una nube.

Entonces Charlie me llevó a la zona restringida para los músicos. Recuerdo que había quemaduras de cigarrillos por todo el mobiliario y el suelo. Charlie me dijo algo en el sentido de que un montón de colegas habían consumido drogas en aquella sala. Las paredes le hablaban, literalmente. A lo largo de aquel día, Charlie también compartió detalles íntimos sobre su abstinencia y la vida en general, y como las cosas habían mejorado desde que había abandonado las drogas.

Dejamos el estudio y empezamos a caminar por la 10ª Avenida. Un camión de bomberos venía aproximándose a nosotros con la sirena puesta, cada vez más estridente. De pronto Charlie cayó de rodillas en la acera y trató por todos los medios de taparse los oídos en el momento en que el camión pasaba a nuestro lado con la sirena al máximo. Fue horrible. Me sentí fatal. Era evidente que sufría mucho. Supe entonces que la hipersensibilidad de sus oídos era algo muy serio. Al final el camión pasó de largo, Charlie se puso en pie y seguimos caminando. A lo largo del día también compartió conmigo cómo sus problemas de oído le habían obligado a volver a aprender cómo escuchar mejor. Me explicó cómo la música no requiere un volumen elevado para que sea oída.

Recuerdo la puesta de sol según bajábamos por la 10ª Avenida. Debían de ser al menos las ocho de la tarde. Al final tomamos un taxi y le dejé en su hotel. Charlie me dio su número de teléfono y su dirección, y me pidió que nos mantuviésemos en contacto. Fue un día que nunca olvidaré. Doy las gracias por haber tenido la oportunidad de pasar un rato con este maestro. Le echaré de menos. Estoy muy agradecido por toda la música que nos permitirá recordarle.

Gracias, Charlie Haden, por toda la música y los recuerdos. Gracias, David Neidhart, por hacer posible aquel día.


-Zev Feldman

Aparte de ser un tipo encantador, Zev Feldman está embarcado, tanto con Resonance como con Elemental, en una encomiable labor de publicar grabaciones inéditas de jazz comme il faut, con buen sonido, pidiendo los permisos correspondientes y pagando a las partes implicadas. El disco doble de Jimmy Giuffre, New York Concerts, es un buen ejemplo.

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Otras lecturas (en inglés):

Aparte de las necrológicas de rigor y otros artículos disponibles por ahí, recomiendo la entrevista de Ethan Iverson con Haden, y el perfil de Francis Davis para The Atlantic.

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